miércoles, 18 de mayo de 2016

Los relatos de Móstoles Sur

Hola hola, esta semana os traemos por aquí uno de los relatos ganadores del concurso que hicieron por el día del libro en el Espacio joven Móstoles Sur ¡Enhorabuena Iván!
¡Disfrutadlo!

Me di la vuelta y cuando miré a la pared, vi una espeluznante sombra que me hacía burla, era un mimo mago payaso que me enseñó a hacer trucos mudos con un poco de salero.

Una era que me podía cambiar un parte de mi cuerpo por la de un animal. Yo no quería hacerlo, pero él me obligó, me dijo que tenía que cambiar mi cabeza por la de un gallifante. Después de eso, descubrí que me quería secuestrar, lo consiguió.
Seguía siendo un mago, así que me tele transportó con otras personas que cayeron también en su tentación. De la casualidad que ellos también les transformaron la cabeza en lo mismo que la mía; no a todos, a uno le convirtió la cabeza en un roedor.

El secuestrador mago, que se le olvidó que se llamaba Sanpitopato, no calló en que los roedores tienen unos enormes y afilados dientes que podía romper las redes en las que estábamos encerrados.
Se lo dije yo, todos me dieron las gracias cuando salimos de ahí. El único problema es que estábamos en una isla rodeada de gallifantes asesinos que fueron entrenados así por el secuestrador mago. Qué sería de una isla sin troncos… Cogimos entre todos un madero y nos hicimos una balsa.
Cuando zarpamos a un lugar más seguro, surgió un problema. Los otros gallifantes (los asesinos), tenían dientes afilados y nos rajaron la balsa y se hundió. Todos intentamos ir a la orilla, como los elefantes y los gallos están en su hábitat rodeados de agua podían ir a la orilla sin problemas, pero los roedores no y el que lo salvó murió ahogado.

Volvimos a hacer una balsa, pero esta vez cogimos cocos, con ellos hicimos figuras punzantes para que los gallifantes asesinos se pincharan al intentar romper la balsa.
Conseguimos salir pero detrás de los gallifantes había remolinos que en su desembocadura llevaban a un imperio acuático malvado. ¡Otra vez estábamos en las mismas! Teníamos que huir de ahí.
Los guardianes que vigilaban el imperio no nos venían así que fuimos por una especie de alcantarilla con tubos propulsados que llevaban a la superficie. Conseguimos salir pero había piratas en la nueva isla que fuimos. Otra vez teníamos que huir.

Estábamos cansadísimos. Nos hicimos una cabaña con bambú y madera. Allí descansamos, al día siguiente me di cuenta de que tenía un Sony experia que no se estropea en el agua, en ese momento dije ¡Benditos móviles! Allí pude llamar a la policía acuática, les pude decir nuestra ubicación gracias al GPS.


Todos salimos de allí. La policía se extrañó de nuestro cuerpo. Rápidamente nos llevaron a un lugar seguro con comida y calor. Después de nutrirnos nos llevaron un laboratorio para ponernos nuestras cabezas. Descubrí que mi hermano no murió sino que fue convertido igual que yo. 

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